Te quiero abuela.

 

  • No llores cariño, y cuentame que te pasa,- pregunté con un nudo en el corazón al ver a la personita que me había dado tantas alegrías desencajada.

  • Nada abuela, realmente no pasa nada, es la simple impotencia, las dudas...- ¡Qué madura ha sido siempre!


  • Pero suéltalo cielo, aunque siempre te digo que las decisiones las tienes que tomar tú, que tienes que vivir a tu manera, estoy para escucharte- comenté sin ninguna esperanza, sé que es muy reservada, pero le vi tan rota que me desgarraba el alma.


  • ¿Te acuerdas del chico que te comenté que me gustaba?- dijo con la esperanza en los ojos de no tenerme que contar la historia desde el principio.


  • Sí, cariño, el chico al que conociste en las perseidas pasadas, ¿verdad?- Hacía ya diez meses de eso, y esta juventud está tan loquita, que no sabía si se refería a él.


  • ¡Justo!, pues abuela… estaba triste, porque habíamos tenido una pequeña discusión y aún no lo habíamos hablado para solucionarlo, pero esque, ¡ay abuela!, qué vergüenza me da decir esto en voz alta- dijo sonrojándose mientras sonreía, qué brillo tan bonito le brotó en los ojos- es que, bueno le conoces, y a toda su familia, ains abuela, que difícil es esto.


  • ¡Ay cariño!, no me digas quien es si te da vergüenza, cuéntame lo que necesites esclarecer, y si lo quieres te doy mi consejo- le comenté con un guiño. Nunca me había gustado meterme en su vida, ni ella no había pedido.


  • Pues a ver abuela, me sentía mal por estar triste, pero a la vez sorprendida por no estar llevando tan mal la posible ruptura que parecía que se avecinaba. Realmente no he vuelto a hablar con él, por lo que entiendo que se ha debido de acabar todo, tal y como empezó, sin previo aviso. El problema o impotencia es no poder saber por qué de repente, el otro día me sonrió éste, vamos a llamarle X- se sonrojó- y me dió un vuelco el corazón, no podía dejarle de mirar a los ojos, y él estaba parecido conmigo, de echo bueno, estuvimos mucho rato hablando y como siempre, con la sonrisa tonta puesta. Al final es algo que hemos hecho siempre, no ver pasar las horas mientras estamos juntos y tratarnos con ese cariño de quien se ha visto crecer. Y me apeteció besarle. Obvio no lo hice, pero desde entonces no me lo quito de la cabeza.


  • Mi niña… eso es que te gusta de verdad- sonreí.


  • No sé abuela, nunca me había pasado antes. Osea, si me han gustado chicos, pero nunca me había enamorado y me da miedo que sea él. Realmente no es espectacular, ni tenemos un estilo de vida parecido, dentro de que siempre buscamos huecos para estar juntos… pero que no abuela, que no me puede gustar él, además es mayor que yo- realmente estaba confusa.


  • Creo que es hora de que te cuente cómo conocí a tu abuelo, o mejor dicho le reconocí- le sugerí, viendo los paralelismos entre ambas historias. Realmente mi nieta no se parecerá a mi físicamente, pero somos exactamente igual psicológicamente hablando- Verás cielo, nosotros nos conocíamos desde siempre, yo para él era una niña, la hija de…, un sin nombre como decía yo en aquella época para picarle. Y para mí, era el chico mayor que me vacilaba desde que tenía uso de razón. Nunca me pareció nada especial. Conocíamos a las familias y a los amigos el uno del otro, y había super buena relación, pero tampoco se podía decir que fuésemos amigos, al final es lo que te digo, era mayor que yo, y simplemente tuvimos contacto por ser ambos del pueblo y que nuestros círculos se relacionaban.


<<Un día, no me preguntes porque, le invité a un monólogo y no pudo venir, pero esa misma semana tenía entradas para un concierto y tampoco. Conociéndome, lo orgullosa que era, no iba a haber una tercera vez de decirle nada. No porque me gustará, aún no sabía que lo hacía, sino porque siempre he sido así, tanto con amigos como con familia… si te digo dos veces de quedar y no puedes, la tercera te toca a ti. Bueno pues, estábamos con más gente y dije que tenía antojo de sushi, y me propuso ir a la semana siguiente, un día que ambos pudiéramos desconectar teléfonos y poder ser libres ese rato.


Llevábamos unas semanas comportándonos, según nosotros como siempre, pero las personas con las que más compartíamos tiempo nos querían juntar, decían que teníamos sonrisas diferentes el uno con el otro. Yo seguía en mis trece de que no me gustaba.


Quedamos y no nos dimos cuenta de cómo de rápido estaba pasando el tiempo, y cada vez que nos mirabamos a los ojos, literalmente nos comíamos con la mirada, nos decíamos que nos queríamos con el brillo de nuestros ojos, fuimos conscientes por primera vez que nos habíamos reencontrado, que éramos esa persona especial que solo aparece una vez, que estábamos hechos a medida el uno para el otro. Fué un día único, mágico, de hecho al tiempo le regalé unos calcetines de sushi para recordar siempre nuestra primera cita>>


  • Pero abuela, si no te gustaba, ¿cómo cambió todo?- preguntó confundida.


  • Cielo, ¿sabes eso de que el amor el ciego?, pues tal cual. No era su físico, era su presencia, la que me volvía loca. No eran los ojos más bonitos, pero era la mirada más hermosa. No era la mejor sonrisa, pero era la más sincera. No era su cuerpo, era su olor. No eran los planes que hacíamos, sino la calidad del tiempo al estar juntos. Al final el cuerpo se estropea, pero el amor, si es real, no termina nunca. Él fue un antes y después en mi vida, de hecho, ya había tenido un novio que me había pedido matrimonio y todo, pero no pensaba en ello, decía que no me quería casar, hasta que conocí a tu abuelo. A las pocas semanas del primer beso ya quería gritarle al mundo que le quería y que quería estar con él siempre. Por ejemplo yo no quise tener hijos, siempre había pensado en adoptar, pero él, no sé. ¿Qué hay más grande que ese amor incondicional a un hijo que sale de la unión con la persona que amas? y aquí estás tú, y no me arrepiento nada del cambio de pensamiento que hice. En pocas semanas ya pensaba así cielo.


  • Ya, pero, nos conoce todo el mundo a los dos, van a hablar de nosotros y quizá eso pueda afectar a la relación… ¿por qué todo es tan complicado?


  • Nosotros decidimos no contarlo hasta que estuviéramos seguros de que éramos el uno para el otro y para siempre. Al final cuanto más fuerte es la relación, menos riesgo de que afecten cosas de terceros.


  • Y cuando se enteraron, ¿qué pasó?


  • Todos lo sabían sin decírselo- sonreí- cuándo alguién te aprecia, sabe los motivos de tu felicidad. Simplemente se rieron de nosotros y nos dieron la enhorabuena.


  • Jo, abuela, pero ¿y si yo no tengo un final feliz?


  • Cariño, no hay final sin principio y las historias felices no tienen final. Hay veces que el amor de tu vida aparece, y hay otras que ha estado siempre junto a tí.

  • Te quiero abuela.
  • Y yo a ti más.
  • Y yo muchísimo más.


Comentarios

Entradas populares